martes, 1 de abril de 2014

La actriz porno que dejó la industria y abrazó la religión

Entre 2005 y 2013 Brittni Ruiz dejó aparcado su nombre real. Durante esos años fue conocida como Jenna Presley, y se convirtió en una de las actrices porno más exitosas de la última década. 


Tenía sólo 18 años cuando comenzó a rodar “películas románticas”, tal como se las vendieron los primeros productores que pusieron el ojo en una joven que trabajaba en locales destriptease mientras cursaba sus estudios universitarios. “Me dijeron que iba a ganar muchísimo dinero… Ni siquiera pensé en las consecuencias”, ha reconocido Ruiz en un vídeo en el que explica cómo dejó el porno gracias a la fe cristiana.

Durante los 7 años que trabajó como actriz porno, Ruiz grabó cientos de películas y llegó a ganar 13.000 dólares en un solo día, rodando una escena en Tokio. La religión no era algo que le preocupara, hasta que se topó con la Iglesia XXX, una organización cristiana que bajo el lema “Jesús ama a las estrellas del porno” busca convencer a las actrices para que abandonen la industria. 

El colectivo, fundado por los pastores Mike Foster y Craig Gross, acude desde 2002 a todas las convenciones de la industria del entretenimiento adulto para repartir biblias e informar a los asistentes de lo peligrosa y adictiva que puede ser la pornografía. En una de ellas, la Exxxotica Expo de Nueva Jersey, Ruiz quedó impresionada tras leer la primera página del Evangelio de San Juan que repartía la organización.

“¿Realmente ama Jesús a las estrellas porno?”, se podía leer en el prólogo añadido al Evangelio. “Por supuesto. Puede ir en contra de lo que pensabas sobre Jesús, pero es verdad. Jesús ama a las estrellas del porno tanto como ama a los sacerdotes, las madres, los mentirosos, los ladrones y las prostitutas. Para él todos somos iguales”.

De actriz porno a catequista
Varios años después de su encuentro con la Iglesia XXX, en 2012, un amigo de Ruiz la invitó a escuchar misa en una iglesia de San Diego. Fue entonces cuando Ruiz, asegura, sintió el amor de Dios. Se llevó una Biblia para leer en el viaje de San Diego a Las Vegas, donde tenía que grabar una película. “En cuanto empecé a leer la Biblia”, asegura en el vídeo sobre su conversión, “supe que estaba a punto de grabar mi última escena”. Tras el rodaje le dijo al director de la película en la que estaba trabajando que iba a dejar la industria. “No me creyó, pero ahora estoy aquí, siete meses después, con un nuevo corazón y sin mirar atrás”, asegura.

Ruiz cortó con el porno por lo sano. Se cambió de número de teléfono, eliminó su perfil en Twitter –en el que tenía más de 80.000 seguidores– y no le dijo a nadie de la industria a dónde iba. Tampoco nadie la busco. Ahora colabora con la Iglesia XXX para tratar de que otras actrices sigan su camino. No es un proceso sencillo. Son muchas las dificultades que encuentra una actriz para dejar la pornografía. Es casi imposible encontrar un trabajo convencional que pueda remplazar los ingresos que se obtienen en la industria del sexo, además, las actrices porno tienen un estigma en su currículum que es difícil de ocultar. Muchos empleadores han visto a las actrices en la intimidad de su casa pero, quizás precisamente por eso, nunca estarían dispuestos a contratarlas.

Gracias a la ayuda de la Iglesia XXX, Ruiz ha vuelto a vivir con su padre y ha encontrado un trabajo en una empresa de limusinas en San Diego. El cambio ha sido duro, pero asegura que los últimos siete meses, en los que se ha mantenido alejada del porno, han sido los mejores de su vida. “Ahora me aprecio a mí misma, antes no lo hacía”, asegura la exactriz. 

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